domingo, 23 de mayo de 2010

Oda a la vida retirada


Oda a la vida retirada
Fray Luis de León


¡Qué descansada vida

la del que huye el mundanal ruido

y sigue la escondida

senda por donde han ido

los pocos sabios que en el mundo han sido!


Que no le enturbia el pecho

de los soberbios grandes el estado

ni del dorado techo

se admira fabricado

del sabio Moro, en jaspes sustentado.


No cura si la fama

canta con voz su nombre pregonera

ni cura si encarama

la lengua lisonjera

lo que condena la verdad sincera.


¿Qué presa a mi contento

si soy del vano dedo señalado?

¿Si en busca de este viento

ando desalentado

con ansias vivas, con mortal cuidado?


¡Oh monte, oh fuente, oh rio,

o secreto seguro y deleitoso!

Roto casi el navío

a vuestro almo reposo

huyo de aqueste mar tempestuoso.


Un no rompido sueño,

un día puro, alegre, libre quiero;

no quiero ver el ceño

vanamente severo

de a quien la sangre ensalza o el dinero.


Despiérteme las aves

con su cantar sabroso no aprendido;

no a los cuidados graves

de que es siempre seguido

el que al ajeno arbitrio está atentido.


Vivir quiero conmigo

gozar quiero del bien que debo al Cielo.

a solas, sin testiggo,

libre de amor, de celo,

de odio, de esperanzas , de recelo.


Del monte en la ladera,

por mi mano plantado, tengo un huerto,

que con la primavera

de bella flor cubierto

ya muestra en esperanza el fruto cierto.


Y como codiciosa

por ver y acrecentar su hermosura

desde la cumbre airosa

una fontana pura

hasta llegar corriendo se apresura.


Y luego sosegada,

el, paso entre los árboles torciendo,

el suelo de pasada

de verdura vistiendo

y con diversas flores va esparciendo.


El aire el huerto orea

y ofrece mil olores al sentido;

los árboles menea

con un manso ruido

que del oro y del cero pone olvido.


Téngame su tesoro

los que de un falso leño se confían;

no es mío ver el lloro

de los que desconfían

cuando el cierzo y el álbrego porfían.


La combatida antena

cruje, y en ciega noche el claro día

se torna , al cielo suena

confusa vocería

y la mar enriquecen a porfía.


A mí una pobrecilla

mesa de amable paz bien abastada

me basta,

y la vajilla de fino oro labrada,

sea de quien la mar no teme airada.


Y mientras miserable-

mente se están los otros abrasando

con sed insaciable

del peligroso mando,

tendido yo a la sombra esté cantando.


A la sombra tendido,

de hiedra y lauro eterno coronado,

puesto el atento oído

al son dulce acordado

del plectro sabiamente meneado.
Fray Luis de León es una figura indispensable para entender el Renacimiento español. Convertida en símbolo de la resistencia frente a un poder opresor representado en la Inquisición, su vida muestra un apasionante contraste entre el mundanal ruido y la búsqueda de la armonía interior. En su obra culminan varias de las líneas literarias que recorren el quinientos: formas y temas italianizantes, cultura y modelos clásicos, humanismo cristiano y cultura bíblica. En verso y prosa, en castellano y en latín, la obra de fray Luis de León es un universo complejo, de contenidos no fáciles.

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